Bari. La comida italiana es algo que llevamos en el ADN los venezolanos. Una cocina que sentimos como propia gracias a esa migración italiana que tanto aportó a nuestra mesa y a nuestra cultura. Crecimos con pastas caseras, risottos bien mantecosos, pescados al horno y esa costumbre de comer en grupo, con sobremesa larga y copa en mano.
En Houston, hay muchas opciones para comer italiano, sí, pero no todas logran ese balance perfecto entre autenticidad, ambiente y cocina de alto nivel. Por eso cuando descubro uno que me hace sentir como en casa o, mejor dicho, como en un restaurante de la costa Amalfitana con el servicio elegante de Nueva York, lo comparto con gusto.
Y así llegamos a Bari, un restaurante ítalo-americano ubicado en el corazón de la zona de La Galleria, donde el mar y el Mediterráneo son los grandes protagonistas.
Bari no solo lleva el nombre de una ciudad italiana costera, lo lleva en el alma. Desde que entras, te recibe un ambiente elegante, moderno, sin pretensiones, donde cada detalle está pensado para disfrutar: vajilla sobria, iluminación cálida, una barra amplia y un servicio que conoce lo que ofrece, con esa cortesía sutil que hace la diferencia.
Comencemos por lo que me hizo saber que estaba en un lugar especial: el Pulpo Arrosto. Cocido a la perfección, con textura firme pero delicada, y marcado a la parrilla para darle ese sabor ahumado que tanto se agradece. Lo sirven sobre un lecho cremoso que cambia según temporada, en nuestro caso, un puré de papa con un toque cítrico, que contrasta maravillosamente. Es un plato que marca la pauta de lo que vendrá.
Seguimos con el Fritto Misto, una de esas entradas que invitan a compartir y no puedo dejar de pedir al verla. Calamares y camarones, en una tempura suave, casi aérea. Acompañado de un chili alioli. Nada grasoso, todo en su punto. Lo que debe ser un frito cuando está bien hecho.
Y llegó el momento que más esperaba: el Risotto al Pesto, una de las especialidades de la casa y, honestamente, una verdadera delicia. Bien ligado, con ese color verde intenso y brillante que solo un pesto fresco puede lograr. El arroz en su punto, con ese ligero corazón al dente, y un perfume a albahaca y Parmigiano que me llevó directo a Liguria. Es un plato que hay que probar, sí o sí.
Pero ahí no terminó la fiesta. Ese día, fuera de carta, nos recomendaron un risotto especial: Risotto de Cachete de Ternera Braseada. Y fue una muy grata sorpresa. El cachete, cocido lentamente hasta que se deshace al tocarlo, sobre un risotto oscuro, profundo, con fondo de cocción y mantequilla. Un plato que reconforta, que te habla al alma. Superó todas mis expectativas.
Luego, como buen amante del mar, nos fui directo al Branzino alla Griglia. Fresco, perfectamente marcado a la parrilla, con piel crujiente y carne suave. Lo sirven con vegetales asados de estación y un toque de aceite de limón. Ligero, sabroso y elegante. Una muestra de que en Bari saben tratar al producto con respeto y técnica.
Aunque no probamos las pastas, vimos pasar platos como los Tagliatelle al tartufo o unos Linguine alle Vongole que se veían espectaculares. En la próxima visita estarán entre los primeros en la lista.
Ahora, si van en grupo o tienen espíritu de celebración (como fue nuestro caso), no dejen de pedir la Torre Bari. Esta torre de mariscos es un show visual y de sabor. Ostras, mejillones, almejas, camarones, langosta de Maine, y crab meat fresco sobre hielo, con sus acompañantes clásicos: limón, mignonette, salsa coctel y mantequilla clarificada. Es abundante, fresca y perfecta para acompañar con una copa de vino blanco o un espumante.
Hablando de bebidas, la experiencia en la barra fue impecable. Comenzamos con unos Gin & Tonics perfectamente balanceados, servidos en vasos estilo old-fashion, con botánicos frescos que hacían honor a la coctelería de autor. Luego, vino para los chicos y burbujas para las niñas: la carta tiene opciones bien seleccionadas, con vinos jóvenes italianos y otras etiquetas del Viejo y Nuevo Mundo. Ideal para quienes quieren explorar sin complicarse.
Y como buena comida merece buen cierre, terminamos con un toque de lujo: un whisky japonés, servido con respeto, con una piedra de hielo y con la pausa necesaria para digerir tantos sabores y buenas sensaciones. Me encanta cerrar con un buen whisky.
Claro, no podía faltar el postre. Tranquilos, me conocen. Y aquí, dos palabras: Pistachio Tiramisú. Un clásico reinterpretado con maestría. Cremoso, perfumado, con el dulzor justo y ese sabor a pistacho que nos enamora. Fue el favorito indiscutible de la mesa. Aunque el Chocolate Fondant, con su centro líquido y helado de vainilla artesanal, demostró que los clásicos bien ejecutados nunca fallan.
Algunos tips y datos prácticos:
Bari ofrece un ambiente ideal tanto para cenas románticas como para reuniones entre amigos o cenas de negocios.
La atención es de primera, les recomiendo reservar con antelación.
Aunque no es un lugar económico, la calidad justifica cada dólar. Es el tipo de restaurante donde uno no va todos los días, pero sí cuando quiere comer bien, sin errores y con sabor.
Un secreto: pregunten por los especiales fuera de carta, como ese risotto de cachete o pescados según temporada. Suelen tener joyas escondidas.
CONTACTO: www.barigalleria.com
PRECIO: medio-alto, acorde con la calidad y la zona
OCASIÓN: una cena especial, un aniversario, o simplemente #undiacualquiera donde el cuerpo pide mar, vino y buena cocina
RECOMENDACIÓN: la torre de mariscos y el risotto al pesto son imperdibles
TIP DE LA SEMANA: si piden el fondant, pídanlo apenas se sienten. Tarda unos 15 minutos en salir y vale la espera.
Les dejo en este link, mi receta para que preparen un rico pulpo y disfruten en Un Día Cualquiera.
¡Recuerden, vivan la experiencia en positivo y disfruten los resultados!





